Caso de Suicidio en la consulta - Antonio Navarro Psicologo en Mérida
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Suicidio, cuando vivir es un peso

Carta de suicidio real

Suicidio, cuando vivir es un peso

El suicidio es mucho más que una muerte. Es un tabú. 

Hoy por hoy, sentir tristeza por más tiempo de lo estipulado como “normal” está mal o nos hacen ver que está mal, pero ¿Cómo atajar el problema si nunca se está lo suficientemente triste como para que barajar tu propia muerte sea una opción “razonable”?

Es el estigma de la felicidad constante. No está de moda estar triste.

Cuando eres joven el problema se acentúa todavía más porque no tienes motivos para que la vida te pese tanto como para querer acabar con ella.

El suicidio no entiende de edad. 

Muchas veces el suicidio no es más que una forma de dar salida a una marabunta de sentimientos incapaces de gestionar y de afrontar. 

Se trata de incapacidad para solventar y superar situaciones ya que o no se tienen las herramientas suficientes o por el miedo (al fracaso, al qué dirán …) que  paraliza.

En cualquier caso, una persona que tiene tendencia suicida no para de darle vueltas a pensamientos recurrentes de desesperanza, flagelándose emocionalmente, haciendo que ésta se sienta aun peor. 

La vida se hace insoportable hacia el exterior, con amigos y familia, porque te sientes muy mal e imposible con uno mismo porque tu mente te sabotea constantemente con pensamientos que te torturan.

La vida se convierte así en un tormento.

No existe una edad determinada para que este pensamiento se te cruce por la cabeza. Da igual que tengas 40, 60 o 20 años.

Tampoco existen unos motivos determinados por los que una persona se quiere suicidar.

El suicidio es una huida hacia adelante. 

Puede suponer un escape ante eso que de lo que no podemos huir: nosotros mismos.

Huir de nuestros sentimientos: 

  • Sentimientos de rechazo, de dolor, de la pérdida de una persona muy importante en nuestra vida.
  • Huir del enfado, de la vergüenza, del sentimiento de culpa…
  • Evitar la sensación de decepcionar a nuestros familiares y amigos.
  • Escapar de la inseguridad que produce no sentirse atractivo porque no se cumplen determinados cánones.
  • Dejar de sentirse una carga para tu entorno
  • Terminar con el acoso, sea del tipo que sea…

Algunas personas que ponen fin a sus vidas o intentan suicidarse pretenden escapar de sentimientos de rechazo, dolor o pérdida. Otros están enfadados, avergonzados o se sienten culpables por algo. A algunos les preocupa decepcionar a sus amigos o familiares. Y otros se sienten no queridos, poco atractivos, maltratados o que son una carga para los demás.

La mayoría de las personas que deciden poner fin a sus vidas tienen depresión. Su foco es la parte más oscura de la situación actual, el dolor que sienten, el peso que les oprime el pecho ante la incapacidad de sacar la cabeza, coger aire y tomar perspectiva.

Porque de eso se trata la vida, de una cuestión de perspectiva. En función de dónde pongamos el foco, así veremos la realidad. 

Es la depresión, no la situación por la que atraviesa la persona, la que hace percibir lo que está viviendo como un callejón sin salida.

Una vez que remite la depresión, tras ponerse en tratamiento con profesionales cualificados, es cuando remite ese sentimiento de desazón y pesadumbre con la que vive la persona con tendencias suicidas.

Además de la depresión, hay otras patologías que tienen tendencia al suicidio como el trastorno límite de personalidad, el trastorno bipolar y las adicciones.

No todas las personas que intentan suicidarse quieren morir. Algunas utilizan el intento de suicidio como una forma de expresar un profundo dolor emocional. 

No son capaces de expresar cómo se sienten, de modo que intentar suicidarse es como una llamada de socorro. 

Aunque hay que tener en cuanta que a pesar de no tener intenciones suicidas,esos intentos son igual de peligrosos ¿Cómo medir hasta dónde llegar para salir con vida de un “intento de suicidio”? Es fácil que se vaya la mano… 

Casos de suicido en la Consulta de Antonio Navarro Psicólogo en Mérida.

Una chica de 20 años llegó a mi consulta tras un intento de suicidio que no llegó a consumar. 

He de reconocer que no es grato abordar estos temas, sobre todo cuando tu paciente con ideas suicidas es una persona joven que está en la flor de la vida.

Una persona de 20 años no debe tener ganas de morir, no debe sentir peso en su fuero interno.

Una persona de 20 años debe ser despreocupada y ajena al drama que supone crecer y vivir. Porque vivir es difícil.

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La realidad no es esa. La realidad es que he tenido la oportunidad de tratar el tema con una joven muy valiente que ha sido capaz de superar el bache y que ahora tiene todas las ganas de vivir del mundo.

Ver como ha evolucionado, como era y estaba cuando llegó a la consulta y como es ahora. Como vive, como sonríe…Me siento orgulloso de ella por el trabajo que ha hecho. 

Ella ha querido compartir algo muy íntimo y a la que no tenemos acceso precisamente por esa intimidad.

Ella ha querido compartir de manera pública y anónima su carta de despedida. Una carta de suicidio real.

Por motivos que entenderás he decidido eliminar todo aquello que tuviera un cariz más personal por guardar su anonimato.

Carta de Suicidio. Un grito desesperado.

“No volver a sentir nunca más, da miedo, pero es una liberación. 

No volver a sentir una alegría, el olor de tu madre al darle un abrazo, el calor de tu familia que siempre te apoya. No volver a disfrutar de otra fiesta con tu mejor amiga. Pero, tampoco van a existir más días caminando con el corazón en un puño, con la cabeza dándole vueltas, sin encontrar sentido a nada.

Lo tengo todo, incluso más de lo que podría pedir. Seguramente que hay gente que quisiera estar en mi lugar, pero créeme que soy yo quien quiere estar en su lugar, disfrutando el regalo que es la vida. Soy tan imbécil que no puedo disfrutar de ello, aun teniéndolo todo. Y, ¿Cómo he llegado hasta aquí, hasta este punto? No lo sé.

Siempre he sido una persona que le ha costado decir las cosas, es decir, no puedo dar una respuesta firme, siempre es un “no sé”. Incluso hasta para la idea del suicidio soy indecisa. Pero está claro, es algo que hay que pensar detenidamente. Estamos hablando de morir, de no volver a existir, ni una oportunidad más.

Ahora mismo estoy muy confusa, bueno, así llevo semanas.

Siempre me ha dado mucho miedo la muerte, algo desconocido, no se sabe si existe algo más. Ese vacío, el no poder ser tú porque ya no eres nada. No poder ver, escuchar, oler, tocar. No poder hacer las cosas que llevas haciendo todos estos años de vida. Da mucho miedo. Sin embargo, la muerte se me presenta ahora como una amiga, pero una amiga engañosa. Se me presenta como una sensación de liberación, de no preocuparme por nada más, de descansar de mí misma, pues soy mi peor pesadilla.

Pero, inconscientemente pienso que despertaré, que despertaré y seré “otra persona”, es decir, mi cuerpo, pero sin ser yo, que todo haya pasado y se haya acabado todo esto que me está pasando y no sé lo que es. Pero sé que, si me despierto, las cosas irán a peor, seré esa chica que se quiso suicidar con 20 años, ¿Qué impulsa a una chica de 20 años a suicidarse, si lo tiene todo? Es como si lo estuviese escuchando, ya no seré nunca mirada con los mismos ojos, seré prejuzgada. Así, que será mejor no despertar.

Pero hay algo en mí, que me da una pequeña luz por la que vivir. Será que soy joven y me faltan cosas por vivir. Será que quiero demasiado a mi familia y no me puedo imaginar estar sin ellos. Será que espero que el día de mañana sea diferente al de hoy, al anterior. Pero me despierto y todo sigue igual, y pienso, ¿para qué? Para qué seguir viviendo si no ha cambiado nada en los últimos años, si no ha pasado nada. He tenido momentos felices que se han quedado en recuerdos, al igual que los malos.

Llevo pensando mucho tiempo en él, en el tiempo. Como pasa de rápido, las horas, cada minuto. Últimamente me siento muy desubicada, como si no pudiera ponerle día al día, ni momento al momento. Como pasa el día y vuelves a levantarte para realizar la misma rutina, poniendo mi mejor sonrisa, aunque esté rota por dentro. 

Me hace gracia estar escribiendo esta carta, tras haber llorado hace un momento y los días anteriores, y pensar en toda la gente que me habla, que me habrá visto. No habrán pensado que tengo estos pensamientos, pero, la verdad, que llevo unas semanas que dejo reflejar algo de mi oscuridad. Solamente me preguntan que qué me pasa, algo que a mí también me gustaría saber.

Siempre intento esperar un día más, por si acaso cambio de opinión. Y hay veces que parece que cambio, pero son momentos fugaces. Los momentos que antes resultaban felices, ya no lo son. Han perdido su esencia, o quizás la he perdido yo.

Muchas veces me apetece dar como un grito, como una llamada de atención. Pero llamar la atención para qué, si no puedo pedir ayuda porque no sé lo que me pasa. Noto como me estoy hundiendo en mí, en mis pensamientos.

Son las 00:45 y sigo aquí, sabiendo que mañana tengo clases. Pero me da igual porque no sé si habrá un mañana, no sé si habrá un cuarto de hora más. Aunque lo más probable es que sí porque soy tan cobarde que le sigo teniendo miedo a la muerte.

La verdad es que no sabía que un trozo de un papel y un bolígrafo me iban a sentar tan bien, es como que tengo mucho en mi interior y no sé identificarlo, no se expresarme.

Se va acercando la hora de mi decisión, la que llevo posponiendo todo el día y todas estas semanas. 

Solamente quiero dar gracias por la familia tan maravillosa que me ha tocado. Se me saltan las lágrimas de pensar en ella. Lo siento por mi madre, que ha luchado todos estos años y sigue aún, pues le vuelvo a fallar una y otra vez. Es la persona que más quiero en este mundo. Es curioso como de pequeña me imaginaba que se moría y me ponía a llorar inmediatamente, no podía ni imaginarme un mundo sin ella, y como me abrazaba tan fuerte, que todavía puedo recordar esos momentos. Sólo junto a ella me he sentido segura, entre sus brazos.

Y qué decir de mi hermano… Lo quiero con locura, es lo más bonito y bueno que el mundo podrá conocer. Siempre ha sido un modelo de referencia para mí, mi ángel de la guarda. No cambies nunca, eres una persona increíble, irremplazable.

Sois el único sentido de mi vida.

Anónima 20 años”

Conclusiones sobre el suicidio

El suicidio es un asunto muy serio que se lleva por delante a un gran número de personas anualmente. 

Hay más muertes por suicidio al año que en accidentes de tráfico. 

Además del drama que supone para la persona que se va, hay otro que es el de la familia que se queda. Al dolor que supone la pérdida de un ser querido, hay que añadirle el dolor de la incomprensión, de la culpa y del tabú que genera en el entorno por no poder compartir el dolor abiertamente por la vergüenza que genera.

Ell suicidio no es inevitable. Tiene solución y la solución pasa por buscar ayuda profesional.

Si has pensado alguna vez en suicidarte o tienes un familiar que lo ha intentado, ven a verme. Te voy a dar estrategias para poder salir del bache en el que te encuentras dotándote de recursos que te permitirán encontrar otras posibilidades de salir adelante que no sea el suicidio porque el suicidio no es una forma de salir de la situación.

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